La Iglesia reconoce que la Orden de los Franciscanos Seglares pertenece a una Orden verdadera, dijo Fr. Felice Cangelosi, OFM Cap, al Capítulo General de la Orden Franciscana Seglar el 17 noviembre.
Observó que su profesión – la de vivir la vida del Evangelio en el mundo según el modelo de San Francisco de Asís – es tan extraordinaria que también es considerada como un hecho sagrado y religioso y tan importante como la profesión de los frailes y las hermanas.
Son diferentes, de manera que los religiosos hacen los votos (las promesas) de pobreza, castidad y obediencia; y los Franciscanos Seglares prometen ser testigos de vivir la vida del Evangelio en la sociedad seglar. Pero ambos son regalos de Dios y ambos son hechos sagrados reconocidos y bendecidos por la Iglesia, en el contexto de la fraternidad Franciscana como una forma o regla de vida.
Los dos tipos de profesión, dijo, pone a la persona totalmente a disposición de Dios.
“Esto nos lleva a mantener que el “propositum vitae”, o la promesa de los penitentes Franciscanos Seglares, sea equivalente a una profesión religiosa”.
Fr. Felice, vicario general de la rama capuchina de la familia Franciscana, ofreció una de las dos ponencias principales sobre el tema del Capítulo, “La Profesión del Franciscano y El Sentido de la Pertenencia a la Orden”.
La otra ponente fue Emanuela De Nunzio, la anterior ministra general de la OFS, que profundizó sobre el sentido de identidad y pertenencia del Franciscano Seglar, especialmente en un mundo laico que a menudo combate contra la gente de fe.
“Una crisis del sentido de pertenencia domina la sociedad… y entonces naturalmente influye a los Franciscanos Seglares”, dijo.
Desde los valores de la familia que están atacando a la sociedad dominada, lo que el ministro general OFM una vez describió como una “dictadura del relativismo”, la gente de fe puede experimentar una lucha dura para encontrar el sentido de pertenencia justo.
Sin embargo, los Franciscanos Seglares, por su profesión, pueden tener una visión clara de su identidad y un sentido de pertenencia que los motiva.
“La vocación de la OFS es una vocación para vivir el Evangelio dentro de una comunidad fraterna”, dijo De Nunzio citando las Constituciones Generales de la Orden. “Para este propósito, los miembros de la OFS se reúnen dentro de una comunidad eclesiástica que ellos llaman fraternidades y estas fraternidades son células agrupadas en una unión orgánica; es decir, la gran familia espiritual de la OFS, esparcida por todo el mundo”.
Los miembros son “corresponsables”, dijo, para la vida de la fraternidad local y para la Orden de todo el mundo a través de:
1. La presencia personal, o la participación regular.
2. El testigo de la vida evangélica y de la vida fraterna (para de este modo atraer vocaciones)
3. La oración, porque “es el alma de esta comunidad de amor”.
4. La colaboración activa, para el bien de la fraternidad y para completar las iniciativas caritativas y apostólicas.
5. Siendo abiertos para servir con los diferentes servicios.
6. Las contribuciones económicas, basadas en los medios financieros, para proveer los recursos para la vida de la fraternidad local y para las fraternidades por todo el mundo y su trabajo religioso, apostólico y caritativo.
Estas ponencias se desarrollaron el tercer día del Capítulo General, que tiene lugar del 15 al 22 noviembre cerca de Budapest, junto a la clausura del VIII Centenario del nacimiento de la patrona de la Orden, Santa Isabel de la Hungría, cuya fiesta se celebró hoy.
El capítulo se trasladó a la Catedral de Ezstergom para celebrar la fiesta con el Cardenal Laszlo Paskai, OFM. Los Franciscanos Seglares de todas partes de Hungría y los fieles locales llenaron el templo. Construida hace más de 200 años, la catedral está situada sobre una colina, con una cúpula grande elevada 100 metros que es visible a distancia, y que recuerda el tiempo en que fue la iglesia madre de Hungría.
Con un retrato de 19 metros de alto dedicado a la Asunción de María al cielo detrás de él, el Cardenal Paskai recordó la santidad de Isabel como esposa dedicada y Franciscana Seglar que soportó la marginación de su condición de noble por dar alimento a los pobres y construir los hospitales para los enfermos.
A la conclusión de la Misa, Encarnación del Pozo, la Ministra General de la Orden Franciscana Seglar, recreó una gesto de caridad de Isabel, que distribuyó pan a los fieles. El pan fue traído al altar por algunas mujeres vestidas con el traje tradicional húngaro.
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