viernes, 29 de enero de 2010
CÓMO PRESENTAR LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR
INTRODUCCIÓN
El tema de la presentación de la Orden Franciscana Seglar en los programas de formación y estudios de la Primera Orden y de la TOR, para el conocimiento, profundización, comprensión y aprecio de la OFS por parte de los religiosos de la Primera Orden y de la TOR, es un tema muy oportuno, importante y necesario. Daría dos razones, además de subrayar que sólo conociendo a la OFS, se la amará, y amándola, se la asistirá con cariño fraterno. La primera razón es la acogida que se debe dar a la OFS en los planes de estudio de los religiosos franciscanos, sería como otorgarle el carnet de identidad dentro de la Familia Franciscana. Pasaríamos de los breves resumenes del noviciado, considerándola como un simple apéndice de la historia de la Primera Orden y de la TOR, a otorgarle su puesto en la Familia Franciscana y en la Iglesia. La segunda razón nace del sentido de complementariedad en un mismo carisma, el de Francisco de Asís; o como se expresa la Regla de la OFS: la “recíproca comunión vital en las maneras y formas diversas de hacer presente el carisma del común Seráfico Padre” . Un carisma que, incluyendo a las religiosas, se manifiesta como un mosaico, mucho más rico, colorido y complementario que en el color monócromo de los frailes.
La inclusión de la OFS en los programas de formación de los religiosos de la Primera Oden y de la TOR aportaría una mejor comprensión de nuestra identidad en la Familia Franciscana, y nos otorgaría la ocasión de comprender la fuerza generadora del Espíritu, cuando uno, como Francisco, se deja invadir por Él. ¿Qué no haría el vendabal de comunión y corresponsabilidad en una Familia como la Franciscana?
La inclusión de la OFS en los programas de formación de la Primera Orden y de la TOR podría servir de sacudida a una formación demasiado genérica y difuminada, que parece funcionalista-pastoral, para vigorizarla y enriquecerla con la savia del carisma franciscano en todos sus matices.
Algunos de los aspectos que servirían de cimentación para la formación inicial y la permanente, los incluiría en los siguientes espacios: eclesiología del laicado -el franciscano seglar es un laico en la Iglesia-, su misión en la Iglesia y en el mundo, la historia y la espiritualidad de la OFS
ECLESIOLOGÍA DEL LAICADO
Me parece oportuno subrayar el aspecto eclesiológico del laicado porque la Orden Franciscana Seglar es una Orden Franciscana, como nosotros, pero con su peculiaridad laical. Porque los laicos, y por lo tanto también los seglares franciscanos, han recibido “el llamamiento del Señor Jesús: Id también vosotros a mi viña... La llamada no se dirige sólo a los pastores, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, sino que se extiende a todos: también los fieles laicos son llamados personalmente por el Señor, de quien reciben una misión a favor de la Iglesia y del mundo” .
También porque la eclesiología del laicado guarda en sí un “riquísimo patrimonio doctrinal, espiritual y pastoral sobre la naturaleza, dignidad, espiritualidad, misión y responsabilidad de los fieles laicos” .
LA ECLESIOLOGÍA POSTCONCILIAR
En la eclesiología postconciliar se habla de profundas transformaciones en la eclesiología del Vaticano II y de una nueva imagen trazada por el Concilio, donde el laicado -sirve también para el franciscano seglar- crece en su toma de conciencia del don y de la corresponsabilidad en la comunión y en la misión de la Iglesia. Entre los puntos sobresalientes están:
- la doctrina de la Iglesia como comunión y pueblo de Dios jerárquicamente estructurada;
- la igualdad fundamental de todos sus miembros;
- la coresponsabilidad de éstos en la misión de la Iglesia;
- el sacerdocio universal de los fieles y la participación de todos los bautizados en el sacerdocio de cristo y en su triple función profética, sacerdotal y regia (cfr. 2Pe 2,9; Ap. 1,6);
- la realidad de los carismas que el Espíritu distribuye a todos los miembros de la comunidad eclesial;
- la responsabilidad de la Iglesia y del cristiano frente a los problemas actuales de la humanidad a nivel local y mundial.
Particularizando, es oportuno que nosotros, frailes de la Primera Orden y de la TOR, sepamos que la Iglesia son también los franciscanos seglares, y abandonemos ciertas actitudes más o menos de casta y de paternalismo. Hay que tratar de realizar, a semejanza del binomio: sacerdote–laico en la Iglesia, el trinomio: frailes–monjas–seglares franciscanos en la Familia Franciscana.
Si los religiosos franciscanos realizamos una verdadera asociación en la búsqueda de la fe y en la misión con los franciscanos seglares, reconoceremos muy bien que por su mismo sacerdocio nace la alegría misteriosa de una plenitud que dilata el corazón. Es la experiencia vivida de San Juan Crisóstomo y condensada en estas palabras: los seglares son “el pléroma sacerdotal del obispo” .
HACIA UNA MAYOR CONCIENCIA ECLESIAL
Los franciscanos seglares, como el laicado en general, ha desarrollado en la Iglesia y en la Familia Franciscana un papel puramente pasivo: eran la grey que apacentar, instruir y santificar.
La contraposición entre frailes y seglares franciscanos llegó a ser semejante a la que se daba entre jerarquía y laicado, de tal manera que hablar de Iglesia era hablar del clero, identificándola con éste; la vida de la OFS se identificaba con la “palabra del Padre Director”. La asistencia que piden hoy la Regla y las Constituciones de la OFS debe colaborar, parafraseando a Pío XII, a la construcción, en los franciscanos seglares “de una conciencia cada vez más precisa, no sólo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser Iglesia” , es decir, no sólo de pertenecer a la Orden Franciscana Seglar, sino de ser Orden Franciscana Seglar.
El Vaticano II ha intentado enderezar las ideas de la eclesiología del laicado, que ha de ser plataforma para robustecer el laicado franciscano. Éste, como el laicado en general, forma parte del pueblo de Dios y ejerce también una función sacerdotal: “Cristo Señor, Pontífice tomado de entre los hombres, hizo del nuevo pueblo, un reino de sacerdotes para Dios, su Padre” . Ya no pertenecen al mundo, no son profanos, sino consagrados y partícipes de la muerte y resurrección de Jesús.
El seglar franciscano no sólo participa del profetismo, sacrdocio y realiza de Cristo como cualquier bautizado , sino que vive en realidad con una gracia especial de inserción en el mundo, que le otorga una “función específica y absolutamente necesaria en la misión de la Iglesia” . Los laicos, los laicos franciscanos, “guiados por el espíritu evangélico, contribuyen a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento” .
Desde esta perspectiva de la Iglesia comunión, noción eclesiológica fundamental del Vaticano II y de los Sínodos extraordinarios de 1969 y 1985, debe estimularnos a vivir mucho más intensamente los elementos comunes de la Familia Franciscana: llamada, seguimiento, misión, reciprocidad vital, corresponsabilidad...
MISIÓN DE LA O.F.S.
Hasta hace poco, el seglar franciscano, como el laico en la Iglesia, era considerado un sujeto pasivo. Hoy, en la mayoría de los casos, es un sujeto activo y responsable. Es un cristiano que inicia su vida con el misterio del Verbo encarnado, el cual convoca y otorga la misma misión a todo el Pueblo de Dios con la triple función profética, litúrgica y real .
El seglar franciscano es el miembro de la Orden Franciscana Seglar que es convocado e “impulsado por el Espíritu a alcanzar la perfección de la caridad en su estado seglar, se compromete con la Profesión a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco”, haciéndolo presente “en la vida y en la misión de la Iglesia” . Los franciscanos seglares, aunque distintos a las religiosas y a los religiosos franciscanos, son expresión, en formas y maneras diversas, del mismo y único carisma franciscano, del que nace una misma dignidad, una misma vocación y una misma misión. “En maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia” .
TODOS MISIONEROS
La misión de los seglares franciscanos, es un deber y un derecho en el que se sienten implicados como todos los cristianos : “Llamados a colaborar en la construcción de la Iglesia como sacramento de salvación para todos los hombres” .
Todos, por el bautismo, estamos llamados a ser misioneros, también los seglares. Dice Juan Pablo II: “Los fieles laicos, precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen la vocación y misión de ser anunciadores del Evangelio: son abilitados y comprometidos en esta tarea por los sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo” . La Regla de la OFS anima a los franciscanos seglares a ser “testigos e instrumentos de su misión entre los hombres, anunciando a Cristo con la vida y con la palabra” . El Vaticano II indica que todos los laicos están llamados al apostolado, particularmente donde la Iglesia sólo a través de ellos “puede llegar a ser sal de la tierra” . Y la Evangelii nuntiandi subraya que su vocación específica la han de ejercer en medio del mundo y en las más diversas tareas temporales, y con su forma singular de evangelización .
LA MISIÓN NACE DE LA FORMA DE VIDA
La profesión, el proyecto de vida evangélica y franciscana, significa tomar en serio el bautismo y el Evangelio como código de vida. El ser franciscano seglar debe ser motivo de alegría y de júbilo, porque a través del testimonio de vida, uno es misionero. “Llamados a colaborar en la construcción de la Iglesia como sacramento de salvación para todos los hombres..., los franciscanos seglares anuncian a Cristo con la vida y la palabra. Su apostolado preferente es el testimonio personal en el ambiente en que viven y el servicio para la edificación del Reino de Dios en las realidades terrenas” . Pablo VI afirma que el “testimonio es ya proclamación silenciosa, pero muy fuerte y eficaz de la buena noticia” . El testimonio de vida de los franciscanos seglares “es la primera e insustituible forma de misión” , ya que viviendo la propia espiritualidad, se lleva, con la ética de las Bienaventuranzas, el sentido de Dios a una sociedad asentada en el indiferentismo relgioso; el espíritu de pobreza a una cultura consumista y edonista; el ejercicio de la caridad y de la paz a una sociedad violenta .
Siendo la fraternidad la característica de la Orden Franciscana Seglar, la dimensión fraterna debe ser el alma de la misión de los franciscanos seglares. La vida fraterna actuará “como levadura en el ambiente en el que viven” , y la misión será “dilatación de la fraternidad”. La fraternidad, por lo tanto, debe acompañar a sus miembros en las nuevas exigencias de la Iglesia y de la sociedad, y debe sentirse “comprometida en el apostolado de cada uno de sus miembros, estar al corriente y colaborar al menos con la oración, el consejo y el afecto fraterno” .
NUEVOS CAMPOS DE MISIÓN
El campo de misión de los franciscanos seglares es tan amplio como el que corresponde a los laicos en la Iglesia. La Regla de la OFS habla de manera genérica, pero al mismo tiempo concreto, de la construcción de un mundo más fraterno, de la promoción de la justicia, de la colaboración en la paz, del desarrollo de los valores de la familia, del trabajo, de la salvaguarda de la creación . Se pide al franciscano seglar ser testigo en la vida social: la cultura, la economía, la política, la paz, la salud; en las nuevas áreas culturales o areópagos modernos, en el mundo de las comunicaciónes; en el desarrollo y liberación de los pueblos, en la defensa de los derechos de las minorías, en la promoción de la mujer y del niño... Se les pide que asuman su capacidad específica para renovar el orden temporal, y que no se sientan cristianos resignados, sino ciudadanos activos, invitados a superar y construir una ciudad imperfecta por una menos imperfecta. Colaboren, pues, por “una civilización en la que la dignidad de la persona humana, la corresponsabilidad y el amor sean realidades vivas” .
UNA MISIÓN INTEGRAL
La eclesiología de los laicos promueve la convergencia de las competencias de sacerdotes, religiosos y laicos en un único proyecto de misión. Se llama “misión integral”, y va más allá de la predicación y los sacramentos. Abraza las culturas, las instituciones, las estructuras socio-políticas y económicas, es decir, el mundo perteneciente a los seglares. Todo esto requiere reconocimiento (formación) y conversión por nuestra parte, ya que a ellos “corresponde iluminar y ordenar las realidades temporales, de tal modo que sin cesar se realicen y progresen conforme a Cristo” . La colaboración con los seglares en la misión debe superar en nosotros algunas estructuras, el reconocimiento de la madurez de los seglares y la necesidad de una buena formación en enosotros y en ellos para realizar una sincera y fructífera colaboración.
Sólo una buena formación y conocimiento de la OFS por nuestra parte, colaborará a que crezca en nosotros la confianza en los franciscanos seglares. Podemos hacer nuestras las palabras de la Lumen gentium que pide a los obispos que confíen en los seglares: “reconozcan y promuevan la dignidad y responsabilidad de los laicos en la Iglesia. Recurran gustosamente a su prudente consejo, encomiéndenles con confianza cargos en servicio de la Iglesia y denles libertad y oportunidad de actuar; más aún, anímenles incluso a emprender obras por propia iniciativa” . La reciprocidad vital que anima a los miembros de la OFS y a los de la Primera Orden y de la TOR, hace de la “misión integral” un signo de comunión y colaboración que se pide alargar desde la misión en la Iglesia local a la misión “ad gentes”. Para la Familia Franciscana no sería más que prolongar la experiencia histórica de nuestra vida, “comenzando un nuevo capítulo, rico de esperanzas, en la historia de las relaciones entre los religiosos de la primera Orden y de la TOR y los franciscanos seglares” .
LA HISTORIA DE LOS FRANCISCANOS SEGLARES
El incluir la historia de la OFS en nuestros programas nos invita a bucear un poco en la historia del laicado en la Iglesia, del que la OFS forma parte. Sólo por el número de los que forman el laicado en la Iglesia y por el número de los franciscanos seglares que integran la Familia Franciscana, el dar espacio a su historia en los programas de nuestra formación sería recuperar espacios inmensos y, muchas veces, olvidados de una vida de la que formamos parte. La historia de la OFS también nos otorga la oportunidad de reconocer la importancia otorgada por Francisco y su Orden de los Hermanos Menores a los franciscanos seglares, “penitentes” o “Tercera Orden”.
Francisco de Asís que fue un penitente, no un monje, ni sacerdote, fue capaz de crear todo un movimiento, una “Fraternidad” que alarga a los seglares. Todos los miembros del movimiento: frailes, monjas y seglares tienen en común un mismo carisma, aunque el modo de vivirlo y de testimoniarlo sea diverso. Tienen en común el Evangelio como forma de vida, el anuncio del Evangelio por medio del testimonio de la vida (la misión), la vida en fraternidad, el trabajo manual, la oración, la comunión con la Iglesia...
La confianza de Francisco en el laicado de su tiempo se manifiesta, de manera espcial, en la oferta que les hace del Evangelio como forma de vida, remarcando así que éste no es exclusivo de monjes, religiosos o sacerdotes. Los seglares no deben dejar ni la familia ni el mundo. Es aquí donde deben vivir el Evangelio. “Todos los del pueblo, hombres y mujeres, querían irse tras él movidos de devoción, abandonando el pueblo. Pero San Francisco no se lo consintió, sino que les dijo: “No tengáis prisa, no os vayáis de aquí; ya os indicaré lo que debéis hacer para la salvación de vuestras almas. Entonces le vino la idea de fundar la Orden Tercera para la salvación universal de todos” . Todo esto concuerda con cuanto nos ha transmitido Tomás de Celano: “A todos daba una norma de vida y señalaba con acierto el camino de salvación según el estado de cada uno” . En el proyecto de vida que les dio ya en la primera redacción de la Carta a todos los fieles, aparecen claros los valores que deben vivir: el Evangelio y el testimonio de vida en su estado laical.
La acción de Francisco y de los franciscanos desarrolló de tal manera la presencia seglar responsable en la Iglesia y en la sociedad de los primeros años del siglo XIII, que el IV Concilio de Letrán (1215) será testigo de esta revolución evangélica que se llevaba adelante.
La historia de la OFS nos permite contemplar momentos de gran renovación social y eclesial, mientras que otros, incluso aumentado el número de sus miembros, quedan reducidos al aparato formal y la devoción.
Actualmente nos encontramos en una coyuntura excepcional de la vida de la OFS, impulsada por la nueva Regla (1978) y las nuevas Constituciones Generales (2000), para que el seglar franciscano, tomando las palabras que H.J. Schultz usa para definir el apostolado de los seglares, haga “presente la Iglesia en el mundo y el mundo en la Iglesia” . Una ocasión propicia para poner nuestra confianza en la madurez de los franciscanos seglares, en su misión de impregnar de “espíritu evangélico” las realidades humanas , como la tenía León XIII, cuando les dice lleno de esperanza: “es necesario que los terciarios sin tardanza se dediquen a obras de resurrección social y produzcan en la institución franciscana los frutos maravillosos que ésta encierra en su esencia y que la han hecho tan importante en la historia” .
La historia de la Orden Franciscana Seglar tiene una vida de ocho siglos que no puede estudiarse, ni entenderse, ni comprenderse sin su conexión vital con la de los frailes; y la de éstos, tampoco es posible comprenderla plenamente, si no es haciendo camino con la de los franciscanos seglares. De ahí el vacio que hay en el estudio de diversas parcelas del franciscanismo, y que urge sean integradas por todos los componentes del movimiento carismático de Francisco de Asís, también por la OFS.
ESPIRITUALIDAD DE LA O.F.S.
La espiritualidad de los franciscanos seglares, es otro espacio que debe tener cabida en los planes de formación y estudio de la Primera Orden y de la TOR. Su carisma y misión se viven dentro de las categorías propias de la “espiritualidad de la OFS”. Aunque la santidad es idéntica en su esencia, no lo es en cuanto a la intensiad y la forma. Francisco de Asís lo reconoce al presentar el gran abanico de posibilidades: vida consagrada, vida familiar, vida social..., creyendo verdaderamente en la santificación en el propio estado y a través del propio estado, que ratifica, siglos después, el Concilio Vaticano II .
El espacio del laicado francscano no es la sacristía, ni el eremitorio, ni la iglesia-templo... -lo que no se excluyente-, sino el mundo. Aquí es donde ellos, ejerciendo los deberes cotiadianos: familia, trabajo, sociedad, política, economía..., se compenetran más y más con Cristo. Por lo tanto, no sólo los breves tiempos de oración, sino todas las actividades seculares se convierten para los seglares en un medio de santificación personal y de consagración de las cosas. De tal manera que todas las actividades y ocupaciones, hasta las más profanas y terrestres, pueden convertirse en espacio de misión y de servicio de la caridad.
LA SECULARIDAD
La secularidad es índole propia y peculiar del seglar franciscano. Las Constituciones generales de la OFS dicen que sus miembros “se comprometen con la Profesión a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco, en su estado seglar” . Y continúan: “La índole secular caracteriza la espiritualidad y la vida apostólica de quienes pertenecen a la OFS” .
El Concilio Vaticano II ha creído en el Espíritu y ha declarado el valor de la secularidad: “Viven en el siglo, es decir, en todos y en cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con la que su existencia está como entretejida” . Esta espiritualidad secular que complementa el carisma de Francisco manifestado en los religiosos y religiosas, debe ser asumida por los propios seglares y comprendida y respetada por los demás miembros de la Familia Franciscana, en especial por los Asistentes espirituales, porque sólo así, como seglares, se empeñan “en la construcción del Reino de Dios dentro de las realidades y actividades temporales”, viviendo “como una realidad indivisible su pertenencia a la Iglesia y a la sociedad” .
Las características de esta espiritualidad de la OFS las podemos sintetizar en
- la secularidad: inserción plena “en el corazón del mundo”;
- ser fermento evangélico con el espíritu de las Benaventuranzas;
- asumir la responsabilidad específica que se deriva de la peculiar participación en el profetismo, sacerdocio y realeza de Cristo;
- vivir y obrar en comunión eclesial, como miembros peculiares del Pueblo de Dios y partícipes “en la misión de la Iglesia”.
El respeto y el aprecio por la espiritualidad seglar y franciscana de la OFS, así como su misión en las “comunes condiciones del siglo”, les ayudará a ellos a crecer en su identidad de franciscanos saglares, y a los demás miembros de la familia Franciscana en su propia identidad y en la conciencia de vivir un carisma compartido y complementario.
CONCLUSIÓN
Me parece importante subrayar de nuevo la necesidad de formación e información sobre la OFS, tanto en los Centros de formación inicial de la Primera Orden y de la TOR como en la formación permanente. Reitero los dos motivos que he expuesto precedentemente y que nos exigen esta formación: primero, para conocer esta parte del carisma de Francisco que lo complementa, y, en cierto sentido, nos complementa desde su vertiente laical; y, en segundo lugar, porque sólo conociendo la OFS se la amará, amándola se la querrá y queriéndola se la asistirá y acompañará con cariño. Sólo lo podremos hacer, valorando muy mucho la eclesiología del laicado en la Iglesia, de la que forma parte la OFS; respetando y corresponsabilizándonos de la misión de los franciscanos seglares en la Iglesia y en la sociedad; y profundizando y estimando la espiritualidad seglar franciscana y su vida e historia, a través de sus ocho siglos de existencia.
jueves, 28 de enero de 2010
Historia de la OFS
En tiempos de San Francisco ya existían asociaciones seglares de tipo penitencial, muy variadas y sin conexión entre ellas, surgidas, por lo general, a la sombra de hombres santos, monasterios, canónigos o movimientos religiosos. También los movimientos evangélicos o pauperistas, católicos o no, contaban con este tipo de rama secular, e Inocencio III aprobó la forma de vida de algunas de ellas, como los Humillados de Milán (1201) y los Pobres Católicos (1212).
Los Penitentes, por tanto, ya existían individual y corporativamente, antes que San Francisco fundara el Orden de los Hermanos y Hermanas de la Penitencia, que así se llamó en un principio. Él mismo y sus compañeros, antes de la aprobación de la Regla, se autodenominaban "Penitentes de Asís". Por tanto, no puede decirse que él fuera el fundador de todos, aunque sí de aquellos que, animados por el ejemplo y la predicación suya y de sus hermanos, quisieron llevar una vida más austera y evangélica, sin abandonar sus casas y sus compromisos familiares o laborales. Puesto que la predicación de los hermanos menores consistía en exhortar a la conversión o "penitencia", no es de extrañar que pronto surgieran en torno a ellos un núcleo de seglares deseosos de vivir como penitentes en sus propias casas. La idea de fundar la Orden franciscana seglar parece que le vino a Francisco a raíz de una predicación en Cannara (1212), cuando muchos de sus habitantes, hombres y mujeres, querían marcharse con él. Según el autor del Anónimo de Perusa, muchos casados decían a los hermanos: "Tenemos esposas y no nos permiten abandonarlas, Enseñadnos, pues, un camino para poder salvarnos". Y fue entonces cuando "fundaron una Orden que se llama de Penitentes, y la hicieron confirmar por el sumo Pontífice". Prescribiéndole el traje que de allí en adelante sería el hábito de los terciarios; un sayal de color ceniza, modesto en sus medidas, y una simple cuerda. La Crónica que nos ha conservado estos detalles, añade que el Pobrecillo le enseñó “algunas oraciones de viva voz” (Wadding, Annales Minorum, al año 1221, XIII). Que san Francisco fundó la Orden de los Penitentes o Terciarios lo dicen todas las fuentes primitivas, empezando por fray Tomás de Celano, el cual, al describir poéticamente en su Vida Primera (1228-29) los primeros frutos de la predicación itinerante del Santo y de sus compañeros, añadía que “por todas partes resonaban himnos de gratitud y de alabanza, tanto que muchos, dejando los cuidados de las cosas del mundo, encontraron, en la vida y en la enseñanza del beatísimo padre Francisco, conocimiento de sí mismos y aliento para amar y venerar al Creador. Mucha gente del pueblo, nobles y plebeyos, clérigos y legos, tocados de divina inspiración, se llegaron a San Francisco, deseosos de militar siempre bajo su dirección y magisterio. Cual río caudaloso de gracia celestial, empapaba el santo de Dios a todos ellos con el agua de sus carismas y adornaba con flores de virtudes el jardín de sus corazones. ¡Magnífico operario aquél! Con sólo que se proclame su forma de vida, su Regla y doctrina, contribuye a que la Iglesia de Cristo se renueve en los creyentes de uno y otro sexo, y triunfe la triple milicia de los que se han de salvar”. Y concluye: “A todos daba una norma de vida y señalaba con acierto el camino de salvación, según el estado de cada uno".
Poco después, fray Julián de Spira (1232-1235) veía en las tres iglesias restauradas por Francisco el signo de las tres Órdenes que él fundó, dando “ley” a cada una, y explicaba que “la primera quiso que el nombre de Hermanos Menores fuese, en medio están las Pobres Señoras, y Penitentes de uno y otro sexo abraza la Orden Tercera”. De la Orden de los Penitentes dirá en otro momento que “no es de mediocre perfección, y está abierto a clérigos y laicos, vírgenes y continentes y casados, y comprende, para su salvación, a ambos sexos”.
También la Leyenda de los Tres Compañeros relaciona las tres Ordenes fundadas por él y confirmadas cada una “en su momento, por el sumo pontífice" con las tres iglesias que restauró, y con la Santísima Trinidad, de la que el santo fue muy devoto. San Buenaventura, por su parte, dice que "numerosas personas, inflamadas por el fuego de la predicación, se comprometían a las nuevas normas de penitencia según la forma de vida recibida del hombre de Dios"; y explica que dicho estado de vida estaba abierto a clérigos y seglares, vírgenes y casados de ambos sexos y que fue San Francisco quien determinó que se llamaran "Hermanos de la Penitencia". El mismo cardenal Hugolino, siendo papa, escribía a Santa Inés de Praga en junio de 1238 y hacía referencia a las tres Órdenes fundadas por el santo, entre ellas "los colegios de penitentes".
Hasta nosotros ha llegado el llamado "memorial de propósitos" una Regla de la Orden de los Hermanos y Hermanas de la Penitencia que se dice comenzada en el año 1221. Que fue fundada por san Francisco ese año lo confirman el beato Francisco de Fabriano en la segunda mitad del siglo XIII, y la Crónica de los XXIV Generales en el s. XIV. Así pues, lo más probable es que la decisión de fundar una orden para seglares la tomara Francisco en 1221, durante la celebración del capítulo general o de las esteras, de acuerdo con los ministros y demás religiosos. Probablemente fue entonces cuando se dio el visto bueno al proyecto, dejando para más adelante la redacción de un memorial o regla, en espera de que el santo y el cardenal Hugolino pudiesen elaborarlo juntos, cosa que se hizo, según parece, el verano siguiente, en Florencia.
La intervención del cardenal protector de la Orden, futuro papa Gregorio IX, en la redacción de la regla para los Penitentes está confirmada por algunos testimonios. Fue el mismo Hugolino, según la Chronica Minor” de un fraile de Erfurt, quien “dió confirmación pontificia a las dos órdenes que Francisco había fundado, la de las Pobres Damas consagradas y la de los Penitentes, una orden esta que abraza a ambos sexos y a clérigos, casados, vírgenes y continentes”. Y el bien informado biógrafo de Gregorio IX decía que "en el periodo en que fue obispo de Ostia, Hugolino instituyó y llevó a término las nuevas Órdenes de los Hermanos de la Penitencia y de las Hermanas Reclusas". Y añade: “Y también guió a la Orden de los Menores, cuando esta se movía con paso vacilante, elaborando para ellos una nueva Regla y dando forma, de ese modo, a aquel movimiento aún informe, designando a San Francisco como ministro y jefe”. Hoy nadie pone en duda que el cardenal Hugolino, protector de la Orden, ayudó de manera decisiva a San Francisco a dar un orden jurídico a la segunda y a la tercera orden por él fundadas. Los penitentes franciscanos, considerados "Hermanos y Hermanas de la III Orden de San Francisco" por Gregorio IX poco después de la muerte del Santo, experimentaron enseguida un notable crecimiento junto con los hermanos Menores. El 18 de agosto de 1289, el papa franciscano Nicolás IV, con la bula "Supra Montem", les dió una nueva Regla, que estuvo en vigor durante siglos, hasta que León XIII la actualizó con la bula "misericors Dei Filius" del 30 de mayo de 1889.
Después del Concilio Vaticano II, en un clima de mayor compromiso y de mayor autonomía, reconocida a las organizaciones seglares comprometidas especialmente en la vida cristiana y en el apostolado, con la aportación de destacados terciarios de todo el mundo, se redactó la Regla actual, que el papa Pablo VI aprobó con la bula "Seraphicus Patriarca" del 4 de junio de 1978.
La Tercera Orden Franciscana, o la Orden Franciscana Seglar, como hoy se llama, ha dado la Iglesia un gran número de Santos y Beatos. Entre los literatos, artistas y científicos que han dado su nombre a la Orden conviene destacar a Giotto, Dante, Palestrina, Perosi, Galileo, Galvani, Volta, Cristobal Colón, Lope de Vega, etc., todos personajes que, haciendo honor a San Francisco, han dado testimonio de su gran intuición de hacer asequible a todos su estilo de vida religiosa.
Los Penitentes, por tanto, ya existían individual y corporativamente, antes que San Francisco fundara el Orden de los Hermanos y Hermanas de la Penitencia, que así se llamó en un principio. Él mismo y sus compañeros, antes de la aprobación de la Regla, se autodenominaban "Penitentes de Asís". Por tanto, no puede decirse que él fuera el fundador de todos, aunque sí de aquellos que, animados por el ejemplo y la predicación suya y de sus hermanos, quisieron llevar una vida más austera y evangélica, sin abandonar sus casas y sus compromisos familiares o laborales. Puesto que la predicación de los hermanos menores consistía en exhortar a la conversión o "penitencia", no es de extrañar que pronto surgieran en torno a ellos un núcleo de seglares deseosos de vivir como penitentes en sus propias casas. La idea de fundar la Orden franciscana seglar parece que le vino a Francisco a raíz de una predicación en Cannara (1212), cuando muchos de sus habitantes, hombres y mujeres, querían marcharse con él. Según el autor del Anónimo de Perusa, muchos casados decían a los hermanos: "Tenemos esposas y no nos permiten abandonarlas, Enseñadnos, pues, un camino para poder salvarnos". Y fue entonces cuando "fundaron una Orden que se llama de Penitentes, y la hicieron confirmar por el sumo Pontífice". Prescribiéndole el traje que de allí en adelante sería el hábito de los terciarios; un sayal de color ceniza, modesto en sus medidas, y una simple cuerda. La Crónica que nos ha conservado estos detalles, añade que el Pobrecillo le enseñó “algunas oraciones de viva voz” (Wadding, Annales Minorum, al año 1221, XIII). Que san Francisco fundó la Orden de los Penitentes o Terciarios lo dicen todas las fuentes primitivas, empezando por fray Tomás de Celano, el cual, al describir poéticamente en su Vida Primera (1228-29) los primeros frutos de la predicación itinerante del Santo y de sus compañeros, añadía que “por todas partes resonaban himnos de gratitud y de alabanza, tanto que muchos, dejando los cuidados de las cosas del mundo, encontraron, en la vida y en la enseñanza del beatísimo padre Francisco, conocimiento de sí mismos y aliento para amar y venerar al Creador. Mucha gente del pueblo, nobles y plebeyos, clérigos y legos, tocados de divina inspiración, se llegaron a San Francisco, deseosos de militar siempre bajo su dirección y magisterio. Cual río caudaloso de gracia celestial, empapaba el santo de Dios a todos ellos con el agua de sus carismas y adornaba con flores de virtudes el jardín de sus corazones. ¡Magnífico operario aquél! Con sólo que se proclame su forma de vida, su Regla y doctrina, contribuye a que la Iglesia de Cristo se renueve en los creyentes de uno y otro sexo, y triunfe la triple milicia de los que se han de salvar”. Y concluye: “A todos daba una norma de vida y señalaba con acierto el camino de salvación, según el estado de cada uno".
Poco después, fray Julián de Spira (1232-1235) veía en las tres iglesias restauradas por Francisco el signo de las tres Órdenes que él fundó, dando “ley” a cada una, y explicaba que “la primera quiso que el nombre de Hermanos Menores fuese, en medio están las Pobres Señoras, y Penitentes de uno y otro sexo abraza la Orden Tercera”. De la Orden de los Penitentes dirá en otro momento que “no es de mediocre perfección, y está abierto a clérigos y laicos, vírgenes y continentes y casados, y comprende, para su salvación, a ambos sexos”.
También la Leyenda de los Tres Compañeros relaciona las tres Ordenes fundadas por él y confirmadas cada una “en su momento, por el sumo pontífice" con las tres iglesias que restauró, y con la Santísima Trinidad, de la que el santo fue muy devoto. San Buenaventura, por su parte, dice que "numerosas personas, inflamadas por el fuego de la predicación, se comprometían a las nuevas normas de penitencia según la forma de vida recibida del hombre de Dios"; y explica que dicho estado de vida estaba abierto a clérigos y seglares, vírgenes y casados de ambos sexos y que fue San Francisco quien determinó que se llamaran "Hermanos de la Penitencia". El mismo cardenal Hugolino, siendo papa, escribía a Santa Inés de Praga en junio de 1238 y hacía referencia a las tres Órdenes fundadas por el santo, entre ellas "los colegios de penitentes".
Hasta nosotros ha llegado el llamado "memorial de propósitos" una Regla de la Orden de los Hermanos y Hermanas de la Penitencia que se dice comenzada en el año 1221. Que fue fundada por san Francisco ese año lo confirman el beato Francisco de Fabriano en la segunda mitad del siglo XIII, y la Crónica de los XXIV Generales en el s. XIV. Así pues, lo más probable es que la decisión de fundar una orden para seglares la tomara Francisco en 1221, durante la celebración del capítulo general o de las esteras, de acuerdo con los ministros y demás religiosos. Probablemente fue entonces cuando se dio el visto bueno al proyecto, dejando para más adelante la redacción de un memorial o regla, en espera de que el santo y el cardenal Hugolino pudiesen elaborarlo juntos, cosa que se hizo, según parece, el verano siguiente, en Florencia.
La intervención del cardenal protector de la Orden, futuro papa Gregorio IX, en la redacción de la regla para los Penitentes está confirmada por algunos testimonios. Fue el mismo Hugolino, según la Chronica Minor” de un fraile de Erfurt, quien “dió confirmación pontificia a las dos órdenes que Francisco había fundado, la de las Pobres Damas consagradas y la de los Penitentes, una orden esta que abraza a ambos sexos y a clérigos, casados, vírgenes y continentes”. Y el bien informado biógrafo de Gregorio IX decía que "en el periodo en que fue obispo de Ostia, Hugolino instituyó y llevó a término las nuevas Órdenes de los Hermanos de la Penitencia y de las Hermanas Reclusas". Y añade: “Y también guió a la Orden de los Menores, cuando esta se movía con paso vacilante, elaborando para ellos una nueva Regla y dando forma, de ese modo, a aquel movimiento aún informe, designando a San Francisco como ministro y jefe”. Hoy nadie pone en duda que el cardenal Hugolino, protector de la Orden, ayudó de manera decisiva a San Francisco a dar un orden jurídico a la segunda y a la tercera orden por él fundadas. Los penitentes franciscanos, considerados "Hermanos y Hermanas de la III Orden de San Francisco" por Gregorio IX poco después de la muerte del Santo, experimentaron enseguida un notable crecimiento junto con los hermanos Menores. El 18 de agosto de 1289, el papa franciscano Nicolás IV, con la bula "Supra Montem", les dió una nueva Regla, que estuvo en vigor durante siglos, hasta que León XIII la actualizó con la bula "misericors Dei Filius" del 30 de mayo de 1889.
Después del Concilio Vaticano II, en un clima de mayor compromiso y de mayor autonomía, reconocida a las organizaciones seglares comprometidas especialmente en la vida cristiana y en el apostolado, con la aportación de destacados terciarios de todo el mundo, se redactó la Regla actual, que el papa Pablo VI aprobó con la bula "Seraphicus Patriarca" del 4 de junio de 1978.
La Tercera Orden Franciscana, o la Orden Franciscana Seglar, como hoy se llama, ha dado la Iglesia un gran número de Santos y Beatos. Entre los literatos, artistas y científicos que han dado su nombre a la Orden conviene destacar a Giotto, Dante, Palestrina, Perosi, Galileo, Galvani, Volta, Cristobal Colón, Lope de Vega, etc., todos personajes que, haciendo honor a San Francisco, han dado testimonio de su gran intuición de hacer asequible a todos su estilo de vida religiosa.
Los Franciscanos Seglares profundizan en La Profesión y La Pertenencia a la OFS
La Iglesia reconoce que la Orden de los Franciscanos Seglares pertenece a una Orden verdadera, dijo Fr. Felice Cangelosi, OFM Cap, al Capítulo General de la Orden Franciscana Seglar el 17 noviembre.
Observó que su profesión – la de vivir la vida del Evangelio en el mundo según el modelo de San Francisco de Asís – es tan extraordinaria que también es considerada como un hecho sagrado y religioso y tan importante como la profesión de los frailes y las hermanas.
Son diferentes, de manera que los religiosos hacen los votos (las promesas) de pobreza, castidad y obediencia; y los Franciscanos Seglares prometen ser testigos de vivir la vida del Evangelio en la sociedad seglar. Pero ambos son regalos de Dios y ambos son hechos sagrados reconocidos y bendecidos por la Iglesia, en el contexto de la fraternidad Franciscana como una forma o regla de vida.
Los dos tipos de profesión, dijo, pone a la persona totalmente a disposición de Dios.
“Esto nos lleva a mantener que el “propositum vitae”, o la promesa de los penitentes Franciscanos Seglares, sea equivalente a una profesión religiosa”.
Fr. Felice, vicario general de la rama capuchina de la familia Franciscana, ofreció una de las dos ponencias principales sobre el tema del Capítulo, “La Profesión del Franciscano y El Sentido de la Pertenencia a la Orden”.
La otra ponente fue Emanuela De Nunzio, la anterior ministra general de la OFS, que profundizó sobre el sentido de identidad y pertenencia del Franciscano Seglar, especialmente en un mundo laico que a menudo combate contra la gente de fe.
“Una crisis del sentido de pertenencia domina la sociedad… y entonces naturalmente influye a los Franciscanos Seglares”, dijo.
Desde los valores de la familia que están atacando a la sociedad dominada, lo que el ministro general OFM una vez describió como una “dictadura del relativismo”, la gente de fe puede experimentar una lucha dura para encontrar el sentido de pertenencia justo.
Sin embargo, los Franciscanos Seglares, por su profesión, pueden tener una visión clara de su identidad y un sentido de pertenencia que los motiva.
“La vocación de la OFS es una vocación para vivir el Evangelio dentro de una comunidad fraterna”, dijo De Nunzio citando las Constituciones Generales de la Orden. “Para este propósito, los miembros de la OFS se reúnen dentro de una comunidad eclesiástica que ellos llaman fraternidades y estas fraternidades son células agrupadas en una unión orgánica; es decir, la gran familia espiritual de la OFS, esparcida por todo el mundo”.
Los miembros son “corresponsables”, dijo, para la vida de la fraternidad local y para la Orden de todo el mundo a través de:
1. La presencia personal, o la participación regular.
2. El testigo de la vida evangélica y de la vida fraterna (para de este modo atraer vocaciones)
3. La oración, porque “es el alma de esta comunidad de amor”.
4. La colaboración activa, para el bien de la fraternidad y para completar las iniciativas caritativas y apostólicas.
5. Siendo abiertos para servir con los diferentes servicios.
6. Las contribuciones económicas, basadas en los medios financieros, para proveer los recursos para la vida de la fraternidad local y para las fraternidades por todo el mundo y su trabajo religioso, apostólico y caritativo.
Estas ponencias se desarrollaron el tercer día del Capítulo General, que tiene lugar del 15 al 22 noviembre cerca de Budapest, junto a la clausura del VIII Centenario del nacimiento de la patrona de la Orden, Santa Isabel de la Hungría, cuya fiesta se celebró hoy.
El capítulo se trasladó a la Catedral de Ezstergom para celebrar la fiesta con el Cardenal Laszlo Paskai, OFM. Los Franciscanos Seglares de todas partes de Hungría y los fieles locales llenaron el templo. Construida hace más de 200 años, la catedral está situada sobre una colina, con una cúpula grande elevada 100 metros que es visible a distancia, y que recuerda el tiempo en que fue la iglesia madre de Hungría.
Con un retrato de 19 metros de alto dedicado a la Asunción de María al cielo detrás de él, el Cardenal Paskai recordó la santidad de Isabel como esposa dedicada y Franciscana Seglar que soportó la marginación de su condición de noble por dar alimento a los pobres y construir los hospitales para los enfermos.
A la conclusión de la Misa, Encarnación del Pozo, la Ministra General de la Orden Franciscana Seglar, recreó una gesto de caridad de Isabel, que distribuyó pan a los fieles. El pan fue traído al altar por algunas mujeres vestidas con el traje tradicional húngaro.
Observó que su profesión – la de vivir la vida del Evangelio en el mundo según el modelo de San Francisco de Asís – es tan extraordinaria que también es considerada como un hecho sagrado y religioso y tan importante como la profesión de los frailes y las hermanas.
Son diferentes, de manera que los religiosos hacen los votos (las promesas) de pobreza, castidad y obediencia; y los Franciscanos Seglares prometen ser testigos de vivir la vida del Evangelio en la sociedad seglar. Pero ambos son regalos de Dios y ambos son hechos sagrados reconocidos y bendecidos por la Iglesia, en el contexto de la fraternidad Franciscana como una forma o regla de vida.
Los dos tipos de profesión, dijo, pone a la persona totalmente a disposición de Dios.
“Esto nos lleva a mantener que el “propositum vitae”, o la promesa de los penitentes Franciscanos Seglares, sea equivalente a una profesión religiosa”.
Fr. Felice, vicario general de la rama capuchina de la familia Franciscana, ofreció una de las dos ponencias principales sobre el tema del Capítulo, “La Profesión del Franciscano y El Sentido de la Pertenencia a la Orden”.
La otra ponente fue Emanuela De Nunzio, la anterior ministra general de la OFS, que profundizó sobre el sentido de identidad y pertenencia del Franciscano Seglar, especialmente en un mundo laico que a menudo combate contra la gente de fe.
“Una crisis del sentido de pertenencia domina la sociedad… y entonces naturalmente influye a los Franciscanos Seglares”, dijo.
Desde los valores de la familia que están atacando a la sociedad dominada, lo que el ministro general OFM una vez describió como una “dictadura del relativismo”, la gente de fe puede experimentar una lucha dura para encontrar el sentido de pertenencia justo.
Sin embargo, los Franciscanos Seglares, por su profesión, pueden tener una visión clara de su identidad y un sentido de pertenencia que los motiva.
“La vocación de la OFS es una vocación para vivir el Evangelio dentro de una comunidad fraterna”, dijo De Nunzio citando las Constituciones Generales de la Orden. “Para este propósito, los miembros de la OFS se reúnen dentro de una comunidad eclesiástica que ellos llaman fraternidades y estas fraternidades son células agrupadas en una unión orgánica; es decir, la gran familia espiritual de la OFS, esparcida por todo el mundo”.
Los miembros son “corresponsables”, dijo, para la vida de la fraternidad local y para la Orden de todo el mundo a través de:
1. La presencia personal, o la participación regular.
2. El testigo de la vida evangélica y de la vida fraterna (para de este modo atraer vocaciones)
3. La oración, porque “es el alma de esta comunidad de amor”.
4. La colaboración activa, para el bien de la fraternidad y para completar las iniciativas caritativas y apostólicas.
5. Siendo abiertos para servir con los diferentes servicios.
6. Las contribuciones económicas, basadas en los medios financieros, para proveer los recursos para la vida de la fraternidad local y para las fraternidades por todo el mundo y su trabajo religioso, apostólico y caritativo.
Estas ponencias se desarrollaron el tercer día del Capítulo General, que tiene lugar del 15 al 22 noviembre cerca de Budapest, junto a la clausura del VIII Centenario del nacimiento de la patrona de la Orden, Santa Isabel de la Hungría, cuya fiesta se celebró hoy.
El capítulo se trasladó a la Catedral de Ezstergom para celebrar la fiesta con el Cardenal Laszlo Paskai, OFM. Los Franciscanos Seglares de todas partes de Hungría y los fieles locales llenaron el templo. Construida hace más de 200 años, la catedral está situada sobre una colina, con una cúpula grande elevada 100 metros que es visible a distancia, y que recuerda el tiempo en que fue la iglesia madre de Hungría.
Con un retrato de 19 metros de alto dedicado a la Asunción de María al cielo detrás de él, el Cardenal Paskai recordó la santidad de Isabel como esposa dedicada y Franciscana Seglar que soportó la marginación de su condición de noble por dar alimento a los pobres y construir los hospitales para los enfermos.
A la conclusión de la Misa, Encarnación del Pozo, la Ministra General de la Orden Franciscana Seglar, recreó una gesto de caridad de Isabel, que distribuyó pan a los fieles. El pan fue traído al altar por algunas mujeres vestidas con el traje tradicional húngaro.
¿Qué es la Orden Franciscana Seglar?
La Orden Franciscana Seglar está constituida por cristianos que, por una vocación específica, mediante una Profesión Solemne, se comprometen a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco, en el propio estado seglar, observando una Regla específica aprobada por la Iglesia.
La O.F.S. es una de las tres componentes fundamentales de la gran Familia Franciscana, que está constituida por tres Ordenes fundadas por San Francisco: la Primera Orden (los hermanos menores), la Segunda Orden (las religiosas contemplativas, Clarisas), y la Tercera Orden (los seglares y numerosas formas de vida de religiosos y religiosas empeñadas en actividades apostólicas TOR (Tercera Orden Regular) que se han ido formando del filón principal de los seglares).
Los franciscanos seglares, luego de un período de formación y de profundización espiritual y cultural, emiten una verdadera y propia “profesión”, comprometiéndose a vivir esta vocación en cualquier situación en que se encuentren, tanto a nivel familiar como laboral.
Los hermanos y hermanas de la OFS buscan la persona viviente y operante de Cristo en los demás hermanos, en la Iglesia, en la Palabra de Dios, en la Liturgia. Anuncian a Cristo con la vida y la palabra, dan testimonio en la vida cotidiana de los bienes futuros: en el amor por la pobreza, en la obediencia, en la pureza de corazón.
Los franciscanos seglares se comprometen a construir un mundo más justo, mas evangélico, acogiendo a todos los hombres como un don de Dios, contentos de estar con los más débiles, promoviendo la justicia. Viven el espíritu de San Francisco en el trabajo y en su familia, en un gozoso camino de madurez humana y cristiana.
Portadores de paz, confían en el hombre y le llevan el mensaje de alegría y de la esperanza.
¿Cuál es su origen?
La tradición asigna a 1221 como la fecha en que se fundó los Hermanos y Hermanas de Penitencia, ahora conocidos como OFS. Esta tercera orden fue ideada por San Francisco como un tipo de estado intermedio entre el claustro y el mundo para aquellos que, deseando seguir los pasos del santo, estuvieran impedidos, por matrimonio u otros compromisos, de entrar ya sea a la primera o a la segunda orden.
Estructura de la Orden Franciscana Seglar
La Orden Franciscana Seglar se divide en Fraternidades, de diversos niveles o grados: local, regional, nacional e internacional.
Cada Fraternidad es animada y guiada por un Consejo y un Ministro (o Presidente).
LA FRATERNIDAD LOCAL "La Fraternidad local es la primera célula de toda la Orden y signo visible de la Iglesia, que es una comunidad de amor. La Fraternidad deberá ser el lugar privilegiado para desarrollar el sentido eclesial y la vocación Franciscana, y, además, para animar la vida apostólica de sus miembros" ( Regla Artículo 22).
LA FRATERNIDAD REGIONAL La Fraternidad regional "asegura la vinculación entre las Fraternidades locales y la nacional" ( Constituciones 61). LA FRATERNIDAD NACIONAL "La Fraternidad nacional es la unión orgánica de las Fraternidades locales existentes en el territorio de un país o entidades nacionales" ( Constituciones 65,1).
LA FRATERNIDAD INTERNACIONAL
"La Fraternidad Internacional está constituida por la unión orgánica de todas las Fraternidades franciscanas seglares católicas del mundo. Se identifica con la totalidad de la OFS" ( Constituciones 69,1).
La O.F.S. es una de las tres componentes fundamentales de la gran Familia Franciscana, que está constituida por tres Ordenes fundadas por San Francisco: la Primera Orden (los hermanos menores), la Segunda Orden (las religiosas contemplativas, Clarisas), y la Tercera Orden (los seglares y numerosas formas de vida de religiosos y religiosas empeñadas en actividades apostólicas TOR (Tercera Orden Regular) que se han ido formando del filón principal de los seglares).
Los franciscanos seglares, luego de un período de formación y de profundización espiritual y cultural, emiten una verdadera y propia “profesión”, comprometiéndose a vivir esta vocación en cualquier situación en que se encuentren, tanto a nivel familiar como laboral.
Los hermanos y hermanas de la OFS buscan la persona viviente y operante de Cristo en los demás hermanos, en la Iglesia, en la Palabra de Dios, en la Liturgia. Anuncian a Cristo con la vida y la palabra, dan testimonio en la vida cotidiana de los bienes futuros: en el amor por la pobreza, en la obediencia, en la pureza de corazón.
Los franciscanos seglares se comprometen a construir un mundo más justo, mas evangélico, acogiendo a todos los hombres como un don de Dios, contentos de estar con los más débiles, promoviendo la justicia. Viven el espíritu de San Francisco en el trabajo y en su familia, en un gozoso camino de madurez humana y cristiana.
Portadores de paz, confían en el hombre y le llevan el mensaje de alegría y de la esperanza.
¿Cuál es su origen?
La tradición asigna a 1221 como la fecha en que se fundó los Hermanos y Hermanas de Penitencia, ahora conocidos como OFS. Esta tercera orden fue ideada por San Francisco como un tipo de estado intermedio entre el claustro y el mundo para aquellos que, deseando seguir los pasos del santo, estuvieran impedidos, por matrimonio u otros compromisos, de entrar ya sea a la primera o a la segunda orden.
Estructura de la Orden Franciscana Seglar
La Orden Franciscana Seglar se divide en Fraternidades, de diversos niveles o grados: local, regional, nacional e internacional.
Cada Fraternidad es animada y guiada por un Consejo y un Ministro (o Presidente).
LA FRATERNIDAD LOCAL "La Fraternidad local es la primera célula de toda la Orden y signo visible de la Iglesia, que es una comunidad de amor. La Fraternidad deberá ser el lugar privilegiado para desarrollar el sentido eclesial y la vocación Franciscana, y, además, para animar la vida apostólica de sus miembros" ( Regla Artículo 22).
LA FRATERNIDAD REGIONAL La Fraternidad regional "asegura la vinculación entre las Fraternidades locales y la nacional" ( Constituciones 61). LA FRATERNIDAD NACIONAL "La Fraternidad nacional es la unión orgánica de las Fraternidades locales existentes en el territorio de un país o entidades nacionales" ( Constituciones 65,1).
LA FRATERNIDAD INTERNACIONAL
"La Fraternidad Internacional está constituida por la unión orgánica de todas las Fraternidades franciscanas seglares católicas del mundo. Se identifica con la totalidad de la OFS" ( Constituciones 69,1).
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